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Monday, October 29, 2007

Carta sobre reestructuración - P. JMLecea - 26X07

CASA GENERALIZIA DEI PADRI SCOLOPI
Prot. Ad S.G. / 544 - S / 07
Jesús María Lecea, P. General

A todos los religiosos de la Orden,
a través de sus Superiores Mayores en propia sede.

¡Una inmensa esperanza!

Objeto:
impulsando el trabajo de los Sectores de la Orden según el plan de Reestructuración institucional

Queridos hermanos:

En la carta del 11 de febrero del 2006 os decíamos:

¨Volvamos a lo esencial. La Orden siente un deseo inmenso de revitalizarse, de redescubrirse con vida y entusiasmo, de renovarse. Nuestro proyecto de Reestructuración de la Orden es un instrumento el servicio de esta revitalización.

La creación de Sectores y su devenir está, pues, al servicio de mantener e incrementar la Vida y la Misión de la Orden. Ésta debe ser la finalidad última y permanente del trabajo de tos Sectores. Toda iniciativa y actividad que sirvan para mantener e incrementar la Vida y la Misión de la Orden deben ser bienvenidas y favorecidas.¨

Creemos que hemos avanzado. En varios lugares - pensamos principalmente en América y en África - el trabajo de los Sectores ha sido positivo y es esperanzador. A pesar de lo “cargados¨ que vamos todos, se han organizado encuentros de Superiores Mayores, de éstos con sus Congregaciones y otras, Se han realizado estudios de la realidad, algunos de ellos mediante el instrumento FODA (Fortalezas, Oportunidades. Debilidades y Amenazas), pera mejor conocerla y valorarla. Con ello se ha conseguido que cada Congregación Demarcacional tenga un mayor conocimiento de las otras Demarcaciones del Sector. Os agradecemos el esfuerzo realizado.

Al retomar el tema de los Sectores, que es continuar el de la Reestructuración, lo hacemos con temor, movidos únicamente por el espíritu de servicio a la Orden. Sabernos de la dificultad del tema, de lo que pesa la historia de nuestras Demarcaciones y de las diferencias que hay entre ellas. Una vez más os pedimos vuestra colaboración para que todos seamos fieles al último Capítulo General de la Orden. No perdamos de vista lo que este determinó: ¨Establecer un plan de reestructuración de la Orden que favorezca procesos de unificación, de consolidación o expansión”. En ello está la Congregación General animando a toda la Orden a afrontar el reto.

Compartimos algunas reflexiones del documento capitular Revestidos de Cristo sobre temas muy directamente unidos a la Reestructuración:

¨La globalización de la caridad y de la solidaridad entre nosotros es la mejor respuesta al reto de la mundialización. Se trata de un signo de los tiempos que reclama de religiosos y Demarcaciones actitud de desprendimiento y de generosidad para que surja vida nueva y abundante en todo el cuerpo de la Orden. (55)

Los motivos de lanzar el tema de la interdemarcacionalidad se reducen básicamente a dos: ¨Vitalidad” o apoyo al crecimiento de la calidad ministerial y carismática de la Orden y “viabilidad¨, es decir, realismo y flexibilidad a la hora de tomar decisiones. Una de las repercusiones que se presentan es la reestructuración más unitaria de Demarcaciones por áreas geográficas o por otras afinidades¨ (56)

Los textos preparados en el Capítulo General, hace por tanto cuatro años, siguen siendo bien actuales, nos recuerdan ideas centrales en nuestros procesos de reestructuración: no podemos cerrar los ojos delante de la realidad que vivimos, donde globalización y mundialización están al orden del día. Hablar de vitalidad y de viabilidad de nuestras Demarcaciones es invitarnos a revisar el camino andado durante este sexenio en la puesta en práctica de la Reestructuración.

Al comienzo del nuevo cuatrienio cerramos una primera etapa de andadura y abrimos una nueva para el trabajo de los Sectores. Para ello os proponemos los puntos siguientes:


  1. Confrontarse con el reto que supone un plan de Reestructuración de la Orden, como os lo presentamos en la circular anterior del 11 de febrero del 2006.

    a. Realidad del Sector: personas, comunidades, obras. Interrogantes que suscitan. Se trata de obtener lo más rápidamente posible una visión del Sector que sea real y en perspectiva de Reestructuración.
    b. Confrontarse con el reto de un plan de Reestructuración de la Orden: ¿qué planteamientos hace el Sector atendiendo a procesos concretos de unificación, consolidación o expansión?
    c. Reestructuración del Sector en el campo especifico de la formación con una atención a la consulta de la Congregación General al Consejo de Superiores Mayores de octubre del 2005 (F 4) A saber:
    I. Nueva configuración de Las Casas de Formación (Noviciados Junioratos) en clave de reducción del numero actual, para ajustarlas mejor a nuestras necesidades formativas y a las posibilidades reales de la Orden en este campo.
    II. Impulsar la formación de Formadores (consulta TM 2)
    III. Cuidar la preparación de la profesión solemne (consulta TM 5)
    IV. Formación específica para los Rectores de comunidad (consulta TM 8)
    V. Programación del quinquenio (consulta F 12)
    VI. Posibilidad de crear redes de nuestras escuelas o de otras instituciones educativas (consulta R 8)

  2. Mantenemos, como mínimo, las dos reuniones de Sector al año. Aprovechando el Consejo de SS.MM. en Peralta, fijaremos lugares y fechas para lo que resta del sexenio.

  3. Operativizar las programaciones que han surgido del análisis de .a realidades y provectos Sectoriales.

  4. Con la audacia que nos da el Evangelio, plantear la fusión de Demarcaciones o de realidades en las que es más necesaria la unificación, con etapas a corto y mediano plazo. Os pedimos, a pesar de las miedos y dificultades, no diluir la dirección marcada para todos por el Capítulo General


La Congregación General ha evaluado el seguimiento de los Sectores y ha procedido a fijar dos solamente en Europa: uno, Centro Europa e Italia y, el otro, España Los demás quedan como hasta ahora.

El camino iniciado es largo. Un cierto escepticismo puede hacerse presente en nuestras Demarcaciones. A veces nos decimos: “ya llegamos tarde; ...de poco sirve el proyecto; ...si unimos dos Demarcaciones frágiles, pocas soluciones encontraremos, a lo mas retrasaremos algunos anos las decisiones finales¨

Debemos repetirnos sin cesar que el proceso no es solo reorganización, sino fundamentalmente proceso de revitalización. Buscamos redescubrir el sentido de la misión escolapia y su actualidad fundamental. Nuestro ministerio, defendido ardientemente por Calasanz en el Memorial al Cardenal Tonti, sigue siendo rabiosamente actual. Así lo expresa el segundo de los Objetivos de la ONU para el Milenio:

Objetivo 2. Lograr la enseñanza primaria universal

Meta 3:
Velar por que, para el año 2015, los niños y niñas de todo el mundo puedan terminar un ciclo completo de enseñanza primaria.


Los escolapios nos unimos al esfuerzo mundial para lograr una Educación para todos, para que, al menos, el primer ciclo de Enseñanza se realice en todas las partes de nuestro planeta Tierra.

La Congregación General seguirá implicándose, en la forma ya establecida, en la marcha y seguimiento de los Sectores.

Pedimos la ayuda de Calasanz para nuestro proceso de Reestructuración. Él veía en cada niño sin escolarizar el rostro de Dios.

Con afecto fraterno y un cordial saludo en Cristo y Calasanz.



Roma 4 de octubre del 2007
Festividad de S. Francisco de Asís.

Jesús María Lecea, P. General
Ricardo Querol, Secretario General

Friday, October 26, 2007

Con motivo de la celebración de los 450 años de Calasanz.

Homilía de Mons. Ricardo Blázquez,
Presidente de la Conferencia Episcopal de España
Barbastro (Huesca), Domingo, 21 de octubre de 2007


El poeta alemán Goethe escribió que “el instante es un resplandor de toda la eternidad”; de modo semejante podemos afirmar que un rincón de la tierra es como un escorzo en que se condensa la anchura del mundo. En Peralta de la Sal (diócesis de Barbastro), al día 31 de julio de 1558, en este cruce de coordenadas espacio-temporales, vio la luz José de Calasanz, destinado según la providencia de Dios que él siguió confiadamente a poner en marcha una obra universal, hoy presente en cuatro continentes, cuya andadura tiene un recorrido de siglos. Porque el Hijo de Dios se hizo carne en las entrañas virginales de María, porque el Absoluto nació como un niño en un lugar y tiempo concretos, los cristianos tenemos un sentido particular para apreciar la trascendencia de la historia y de cada acontecimiento histórico. Una persona situada en un contexto determinado es espejo de la humanidad (M. Delibes); en un rostro desfigurado podemos ver al mismo Jesucristo. Las generalizaciones no pueden desconocer lo singular con su valor propio.

Estamos celebrando los 450 años del nacimiento de san José de Calasanz, padre y fundador de la Orden escolapia y además inspirador y protector especial de otras diez congregaciones religiosas de varones y mujeres; iniciador de un movimiento de reforma en la Iglesia y la sociedad a través de la educación en la escuela de niños pobres; fue pionero de la escuela popular y gratuita; y preparó desde la lejanía temporal el reconocimiento del derecho de los niños a “recibir educación gratuita y obligatoria” (Carta de las Naciones Unidas sobre los Derechos de los Niños aprobada el 20 de noviembre de 1959). Del surco abierto en la Iglesia por san José de Calasanz nos beneficiamos todos.

En esta oportunidad quiero agradecer la prolongada presencia y fecunda actividad, sobre todo en el campo de la educación, de los escolapios en mi diócesis de Bilbao. Agradezco la invitación que se me hizo hace algún tiempo para presidir en cuanto Presidente de la Conferencia Episcopal Española esta celebración; pude entonces aceptarla y manifiesto mi satisfacción porque hoy cumplo el compromiso gozosamente contraído. Expreso mi estima por la Orden de las Escuelas Pías, participando en el Año Jubilar Calasancio. Celebramos hoy el nacimiento de una persona agraciada con un carisma, que ha alcanzado una amplia difusión y ha producido y continúa produciendo abundantes frutos.

Unas efemérides como las que celebramos nos invitan a mirar hacia el pasado para ejercitar la gratitud abriendo nuestro espíritu a sus enseñanzas, a contemplar el presente acogiendo la gracia otorgada dispuestos a asumir sus desafíos, y a otear el futuro uniendo fidelidad y creatividad, confianza y atrevimiento. Queridos hermanos escolapios, vosotros sois portadores de un carisma que os ha sido transmitido, que habéis recibido, que conserváis con esmero y que estáis llamados a ponerlo al servicio de la Iglesia y de la sociedad en esta hora de la humanidad, donde se abren oportunidades e incertidumbres no sólo nuevas, sino también de unas dimensiones inéditas en otras situaciones históricas. Haced propia cada uno de vosotros la exhortación de Pablo: “Permanece en lo que has aprendido y se te ha confiado” (2 Tim 3,14). Profundizando en las grandes intuiciones de vuestro fundador y atentos a las llamadas del tiempo presente podréis prolongar vitalmente vuestro carisma.

Dentro del dinamismo de la fe cristiana, vivida en la familia y en la parroquia, José percibió pronto que el ministerio sacerdotal era su vocación específica. Como es frecuente en la maduración vocacional, se atravesaron obstáculos sobre todo venidos de la familia en el camino de José, que con decisión y paciencia superaría. Pero cada persona es irrepetible, ¿cuál era la vocación singular, dentro del ministerio presbiteral, que Dios había pensado con amor para José de Calasanz? El discernimiento de esta vocación única resulta en el caso de nuestro santo extraordinariamente significativo. Hay hechos que, vividos por un cristiano abierto a los caminos de Dios, pueden razonablemente ser considerados como señales e indicadores. Una voz reiteradamente escuchada en su interior le decía: Ve a Roma. ¿Qué tengo yo que hacer en Roma?, se respondía a sí mismo dialogando secretamente con esa invitación. “Sal de tu tierra hacia la tierra que yo te mostraré” (cf. Gén 12,1). “Ve a Roma”. Dios de ordinario no revela sus planes de un golpe; se adapta, más bien, al discurrir de la historia y al ritmo del caminar de los hombres. Habiendo contrastado esta misteriosa llamada con su obispo, persona sensible a las sorpresas de Dios que guía la vida de los hombres, se embarcó hacia Roma, hacia donde convocaba la voz. Aunque algo intuyera, un velo ocultaba el futuro, que sólo poco a poco se iría descorriendo. En la vida de los santos, y también de otras personas eminentes, una especie de instinto, oscuros barruntos y secretas atracciones van guiando hacia la meta, hacia la vocación singular.

Estando en Roma va descubriendo José de Calasanz la vocación personalísima que Dios le dirigía a través de acontecimientos que actuaban como signos del sueño de Dios sobre su vida. Dios le llamaba a una misión particular a favor de otras personas, amadas también por El.

El contacto con la pobreza de la ciudad, manifestada de muchas formas, golpeó fuertemente su espíritu: huérfanos, pobres, peregrinos, extranjeros, enfermos, presos, mendigos, sobre todo niños pobres a los que se acercaba con amor y enseñaba el catecismo. «Poco a poco el corazón de Calasanz se iba centrando en la situación de los niños, hijos de esas familias de la Roma pobre y desgraciada, ignorantes en todo y en la mayoría de los casos muy abandonados de sus padres. Calasanz comienza a pensar que quizá fueran ellos el motivo de aquella voz interior oída en España años atrás: “Ve a Roma”»Incluso aquella voz, según personas confidentes de Calasanz, le hablaría de nuevo para decirle: “Mira, mira”. (1) Podemos fundadamente suponer que estos signos, coherentes en la distancia temporal y geográfica, junto con las palabras del salmo 10,14, escuchadas como dirigidas personalmente a él “A ti te he encomendado el pobre, tú serás el amparo del huérfano”, centran su vocación, que le venía rondando sin haberse fijado e identificado todavía. (2) El tomaría sobre sí la responsabilidad de una “paternidad espiritual” de aquellos niños sin familia, que crecían en la calle expuestos a todos los peligros. (3) Había encontrado su vocación con una penetración clara y profunda. Es verdad que sólo al hilo de los acontecimientos se irá concretando, pero el hallazgo básico, la certidumbre fundamental de haber encontrado su vocación personal y el sentido que Dios quería imprimir a su vida, habían tenido lugar. Sabía ya que aquella vocación era su vida.

En contacto con los niños pobres en todo, en familia, educación, conocimiento de Dios, amor y futuro descubre José de Calasanz su singular quehacer, que iría tomando forma y cuerpo hasta llenar su vida y abrir un camino espiritual en la Iglesia, una familia religiosa, la Congregación de los Padres de las Escuelas Pías. (4) José escuchó como contenido de su vida las palabras de Jesús: “Dejad que los niños se acerquen a mí (cf. Mt 19,14). “El que acoge a un niño como éste en mi nombre me acoge a mí” (Mt 18,5). José se acercó a los niños pobres y éstos así se acercaron a Jesús.

En la Iglesia los pobres deben ocupar un lugar preferente; por ello todo encuentro profundo con ellos es oportunidad de renovación evangélica y puerta abierta a caminos nuevos en la Iglesia. En este taller se forjó la vida y la obra de san José de Calasanz. ¿Por qué los pobres son ámbito de descubrimiento de Jesús y de renovación eclesial? Esta pregunta nos conduce al corazón del Evangelio: El mismo Jesucristo hizo la opción de ser pobre, como expresa san Pablo el misterio del Hijo de Dios hecho hombre: “Conocéis la generosidad de nuestro Señor Jesucristo, el cual, siendo rico, por nosotros se hizo pobre para enriquecernos con su pobreza” (2 Cor 8,9). Con esta atinada referencia de orden cristológico profundizó la opción preferencial por los pobres el papa Benedicto XVI en el discurso de apertura de la V Conferencia del Episcopado Latinoamericano y del Caribe en Aparecida (Brasil). Siguiendo a Jesús, aprendemos que la pobreza elegida por el Reino de Dios, que la libertad del dinero por el Evangelio, es un sublime valor; los discípulos son enviados por el mismo Jesús a proclamar el Evangelio sin bolsa ni bastón, es decir, sin apoyarse en la seguridad del dinero ni en el poder de este mundo. La austeridad de vida, la proximidad y solidaridad con los pobres, la confianza en la providencia del Padre celestial que cuida de sus hijos… son rasgos de los discípulos de Jesús, de los cristianos de la primera hora y de la historia posterior. La libertad en relación con el dinero pone un sello de autenticidad evangélica a las acciones apostólicas desarrolladas entre los pobres y los ricos, excluyendo contaminaciones que en lo más generoso se pueden infiltrar.

De esta intuición radicalmente evangélica, verificada y concretada en contacto con la pobreza de las calles de Roma, nace la obra original de san José de Calasanz como escuela para niños pobres, donde la educación humana y cristiana, la educación integral, preparan para afrontar el futuro como ciudadanos en la sociedad y como cristianos en la Iglesia. Con palabras de Calasanz: “Si desde la infancia, el niño es imbuido diligentemente en la piedad y las letras, ha de esperarse, sin duda alguna, un transcurso feliz de toda su vida”. San José tiene presente a la persona entera, en todas sus dimensiones; y en concreto a los pobres, a los últimos, a los excluidos. En esto va a consistir el servicio rehabilitador de personas y esperanzador para la Iglesia y la sociedad. Funda escuelas populares y gratuitas; “escuelas pías”, es decir, escuelas cristianas y católicas; escuelas donde la misericordia, la compasión y la piedad de Dios, a través de sus servidores, llegan a los pobres sumergidos en la miseria para devolverles la dignidad de personas e hijos de Dios, para sacar de una vía muerta a los excluidos de la sociedad y abrirles a un futuro de vida y esperanza. ¡Es una vocación preciosa, nacida en la casa de la Iglesia, que tanto ha beneficiado a la humanidad! Estas iniciativas tan generosas y sacrificadas certifican la presencia del Espíritu del Señor entre nosotros y el amor del Padre a todos los hombres.

En la escuela católica, que es una oferta de la Iglesia a la sociedad, y a donde los padres consciente y libremente pueden enviar a sus hijos, se unen vitalmente la educación humana y cristiana. El fundamento que unifica y orienta sus trabajos es Dios, la Verdad y el Bien. La fe en Dios debe hacerse anuncio, enseñanza, reflexión, celebración, luz y fuerza en la vida. El ideario propio que caracteriza a la escuela católica debe ambientar y señalar el desenvolvimiento de la misma con naturalidad y holgura. La educación cristiana, si es auténtica, educa siempre para ser buenos ciudadanos, personas honradas, hombres de provecho, cristianos sin presunción orgullosa ni ocultamiento secularizador, miembros activos de la Iglesia y comprometidos con la sociedad justa, libre, respetuosa de la pluralidad y pacífica. Es un espacio social para la elevación cultural, religiosa y cívica. (5)

En la Eucaristía, que es simultáneamente memoria, presencia y promesa del Señor, unimos, queridos hermanos escolapios, vuestro pasado, vuestro presente y vuestro futuro. Aquí recibimos la antorcha encendida de los dones de Dios, aquí somos fortalecidos con el alimento de vida eterna, aquí aprendemos a entrar en el dinamismo del amor y de la entrega de nuestro Señor.

Celebrar la muerte y resurrección de Jesucristo posee una significación particular al recordar a san José de Calasanz, que habiéndose entregado sin reservas en vida, murió saturado su corazón santo de sufrimientos, causados por calumnias, denuncias y vejaciones procedentes de su entorno más cercano. Murió acatando la voluntad misteriosa de Dios, confiándose totalmente a El e invitando a la esperanza y a la constancia. Hizo suyas las palabras de Job: “El Señor me lo dio, el Señor me lo quitó; bendito sea el nombre del Señor” (1,21). El genio de Goya lo pintó desvalido y fiel en el magnífico cuatro “Ultima comunión de san José de Calasanz”; brillan en la pintura tanto su agotamiento humano como la adoración de Dios. Murió en Roma, en la casa de san Pantaleón, el día 25 de agosto de 1648, como trigo sembrado en la tierra de los niños pobres. El murió en la oscuridad; pero Dios rescató la obra de José de Calasanz y fue rehabilitada como carisma del Espíritu en la Iglesia, que siguiendo a Jesús, es hogar y escuela de los pobres. Entre la cruz y la resurrección estamos remitidos a la omnipotencia salvadora de Dios. El nos prueba, pero no nos abandona. La santidad de Jose de Calasanz, acrisolada por la cruz, fue reconocida solemnemente por la Iglesia.

Hoy celebramos la Jornada Mundial de las Misiones con el lema “Dichosos los que creen”. Por la misericordia del Señor estamos arraigados en la fe y podemos participar de la bienaventuranza evangélica (cf. Lc 1,45; Jn 20,29). ¡Que el encuentro con Jesucristo en la fe nos impulse a testificar el Evangelio en nuestro tiempo con sus desafíos, unos peculiares de hoy y otros permanentes! ¡Que la memoria de san José de Calasanz, que hizo brillar el amor de Dios entre los pobres, nos impulse a acoger a los abandonados! ¡Que en medio de nuestros contemporáneos, en apariencia autosuficientes con las cosas y a veces vacíos interiormente, podamos testificar que la mayor pobreza consiste en desconocer a Dios, que es el tesoro más precioso! (cf. Mt 13,44). ¡Creer en Dios es importantísimo, queridos amigos”

Santa María, la Madre del Señor, sobresale entre los pobres de Yavé (cf. Canto del Magníficat) ¡Que nos enseñe a ser pobres y a atender a su Hijo Jesús en los pobres!

Barbastro (Huesca), 21 de octubre de 2007


  1. 1 Cf. F. J. Agudo García, San José de Calasanz en: Nuevo Año Cristiano. Agosto, Madrid 2002, p. 558.

  2. Algo parecido le ocurrió a santa Teresa de Jesús Jornet en junio de 1872; el encuentro con D. Pedro Llacera, un sacerdote ejemplar de Barbastro, y con D. Saturnino López Novoa, maestro de capilla de la catedral de Huesca, y la manifestación de sus proyectos sobre la asistencia material y espiritual de los ancianos pobres, encendieron la luz en el espíritu de Teresa. “Esa era, precisamente, la obra que hacía mucho tiempo se estaba gestando en las entrañas cristianas de Teresa. Sus tanteos, inseguridades y búsquedas se transformaron en firme y radiante claridad” (Tomás de Bustos, Santa Teresa de Jesús Jornet, Palencia, 2ª edición, 1992, p. 34).

  3. Cf. Q. Santoloci, Giuseppe Calasanzio, en:Bibliotheca Sanctorum VI, col 1322.

  4. Llamados habitualmente “escolapios”, vocablo formado por la unión de dos palabras masculinizado o feminizado según los casos: Patres Scholarum Piarum.

  5. Cf. Conferencia Episcopal Española, La escuela católica. Oferta de la Iglesia en España para la educación en el siglo XXI, del 27 de abril de 2007.