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Saturday, February 10, 2007

TLC - Entrevista al OSJosé (HBarrantes)

"No estamos dispuestos a que nos exijan posición"

Jeymer Gamboa y Vinicio Chacón (Redactores de SEMANARIO UNIVERSIDAD)
6 al 12 de Julio de 2006


UNIVERSIDAD conversó con monseñor Hugo Barrantes sobre la cita de Oscar Arias con el Papa Benedicto XVI y el ahora exsecretario de Estado del Vaticano, Angelo Sodano.

Siempre en tono prudente, Barrantes manifestó estar a la espera de una respuesta del Vaticano que aclare lo planteado por Arias.

Agregó que la posición de los obispos sobre el Tratado Libre Comercio (TLC) no ha variado y defendió la potestad que tiene la iglesia costarricense para referirse a los problemas nacionales dentro de los términos de la doctrina social.

¿Cuál fue su primera impresión de la reunión de Oscar Arias con el cardenal Angelo Sodano?

Como jefe de Estado, don Oscar podía tener una conversación muy amplia con la Secretaría de Estado del Vaticano. No conocemos los términos de lo que dijo y le dijeron, porque no ha llegado ningún comunicado de Roma; nos adelantamos a explicar a la Secretaría de Estado nuestra posición sobre el TLC, porque tenemos muy clara una directriz de Pablo VI, que cuando se dan problemas locales, la misma jerarquía da respuesta. Desde 1971 se estableció que la Santa Sede no quería tener una respuesta única ni aislada a los problemas que se suscitaban.

¿Siente que al reunirse Oscar Arias con el Cardenal Sodano le quiso pasar por encima a la jerarquía eclesiástica local?.

Nos quedamos totalmente a la expectativa. No tuve una reacción inmediata, no porque desconfíe de los medios, sino porque fue un acontecimiento a la distancia, no hubo notificación oficial y la noticia de la Santa Sede nada más hablaba de una reunión cordial. Hay que recordar que la reunión con el Papa fue privada, sólo ellos saben qué hablaron.

Una nota oficial de la Santa Sede nos podría iluminar, pero no se ha dado. Tenemos que ser prudentes.

¿Considera que algunas de las posiciones que ha tomado la Iglesia pudieron provocar este error diplomático del Presidente?

No sabemos. El problema es que navegamos en un mar que no es muy claro, por eso es tan difícil dar opinión. Si la Santa Sede nos escribe podríamos saber cuál fue el tema de la conversación.

La Iglesia ha mantenido un papel activo en la discusión del TLC, ¿va a cambiar esa posición?

Nuestra preocupación es que este tema no se resuelva desde una técnica fría, de números, sino que podamos ver el aspecto humano, qué concepto de desarrollo se maneja, cuál será el resultado: mayor brecha o bienestar para todos, esa es la razón de nuestra intervención, porque la Iglesia está para buscar la justicia y la solidaridad.

En mayo del 2004 y del 2005 hablamos sobre el tema, siempre insistiendo en que la persona humana debe estar en el centro de toda actividad económica. Nuestro discurso siempre ha sido muy coherente: que los responsables analicen un instrumento jurídico tan complejo como es este, donde hay luces y sombras, fortalezas y debilidades, a ver si compagina dentro del parámetro de la justicia y la solidaridad, si tiene un rostro humano, donde resultará un bien social y no sólo económico.

¿Desde el punto de vista de la doctrina social de la Iglesia, cuáles aspectos cuestiona del TLC?

Más que cuestionar hemos dicho que hay que poner el dedo sobre algunos temas, como el de los pequeños y medianos agricultores, que pareciera que están amenazados, el del medio ambiente e incluso el de los medicamentos, pues puede llegar a encarecerse el sistema de salud. Creemos que deben ser tomados en cuenta, al igual que el bien de las culturas locales, porque la globalización implica una amenaza, y si va a elevar el nivel de los pobres y marginados. En todo esto hemos insistido, en si hay principios de solidaridad y equidad.

¿Ha escuchado el país estos pronunciamientos de la Iglesia?

En parte sí. Se debe escuchar a todos los sectores, porque la decisión se debe tomar en la Asamblea Legislativa, pero especialmente a los más vulnerables, cuya voz debe ser escuchada de manera especial. Que no sólo se escuche a quienes defienden al tratado, sino a quienes lo ven como una amenaza, lo importante es el diálogo porque la democracia es deliberativa. Nuestra lectura es que este tratado hay que observarlo, porque podría ser que una agenda complementaria remedie los males que parece tener, nuestra posición es matizada ante la posibilidad de esa agenda.

¿Se ha dado un distanciamiento entre la Iglesia y el gobierno?

Se podría dar, si se pidiera de manera abierta y explícita a la jerarquía que apoye el TLC, pero nunca nos lo han pedido así y hasta el momento han respetado nuestra posición. Hemos hablado con ministros como Marco Vinicio Ruiz de Comercio Exterior, quien no vino a imponernos nada, sino en afán de consulta y a pedirnos ayuda para que la discusión se dé en un ambiente de no violencia. No estamos dispuestos a que nos exijan una posición de sí o de no. Parecía que iba a venir una imposición, pero no vino y eso quedó en una hipótesis.

Pero sí se han dado momentos de tensión, como durante la campaña electoral...

Se han dado a la luz de algunos medios de comunicación que han hecho su interpretación. No ha habido nada oficial, hay que ser serio porque aquí está en juego la paz del país, el futuro, eso es muy delicado y por eso a los obispos debe acompañarnos la prudencia y la verdad siempre. Estamos de parte de la justicia, la solidaridad y el bien común. Algunos medios crearon alguna zozobra de qué podía venir.

Las tensiones se han dado a partir de interpretaciones de lo que hemos dicho.

¿Cuál será el papel de la Iglesia, una vez que el TLC llegue a ser discutido en el plenario de la Asamblea Legislativa?

Debe ser un debate amplio y responsable. Nos han pedido que llamemos al respeto a la institucionalidad, al estado de derecho, que convoquemos a que no haya violencia, que se busque la verdad y la justicia, pero en el marco del diálogo. Nunca vamos a favorecer la violencia.


Pero muchos sectores hablan del referéndum de la calle...

Los obispos no hemos estado de acuerdo. Creemos que los problemas de Costa Rica se han resuelto a través de un pacto social. ¿Por qué no convocar a un gran pacto social, donde intervengan las cámaras, los sindicatos, las universidades?.


Existen denuncias de que en la Comisión de Asuntos Internacionales no se escucha como es debido a los sectores sociales opuestos al TLC, particularmente José Merino ha denunciado que no se da un debate real, sino que se agotan los procedimientos...

Desde hace tiempo hemos dicho que se debe escuchar tanto a quienes están a favor, como a quienes están en contra; que los medios de comunicación deberían dar igualdad de oportunidades a ambas partes, no es justo que tengan mayor oportunidad quienes están a favor. Si nos llegan a constar esas denuncias, probablemente daremos palabra sobre ello.


¿Qué espera de la reunión convocada por el Presidente con los obispos?

Nos han dicho que es de agenda abierta, quieren oír de nosotros cómo vemos el país, qué nos preocupa. Estamos más en la línea de una agenda social, el problema en Costa Rica no es el TLC, que es un instrumento, es el país mismo, que requiere una reforma profunda en educación, en la salud. La palabra clave para nosotros es la dignidad del ser humano, no estamos de acuerdo en que todo se deje en manos de técnicos y economicistas que lo ven todo en el nivel de la macroeconomía.


¿Si se le diera mayor relevancia al TLC, serían más enfáticos en la importancia de esas reformas?

Hablamos de una agenda complementaria, de desarrollo, no nos imaginamos entrar en un TLC sin ella.


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